El café de Etiopía está considerado, tanto entre consumidores como profesionales del sector, como de muy alta calidad. La gran diversidad de cafés que allí se producen, hace que este país sea el punto más importante de atención por parte de los expertos y amantes del café. Los cafetos crecen de forma espontánea en el país entre los 550 y 2.750 metros de altitud, concentrándose el grueso de la producción entre los 1.300 y 1.800 metros. En general, la situación económica del país no permite que los caficultores hagan inversiones en grandes producciones y fertilizantes químicos, por lo que el 95% de la producción puede ser considerada tradicional y orgánica, aunque en la mayoría de los casos sin certificación oficial. Por otro lado, el gobierno etíope tiene una acertada política en cuanto a la producción se refiere y es el encargado de controlar la calidad de todo el café producido por los pequeños productores que explotan de forma tradicional su propia tierra, lo que supone una garantía. Finalmente hay que destacar que a los etíopes les gusta el sabor del café cultivado de esta forma y rechazan granos producidos con métodos más industrializados, lo que redunda significativamente en la calidad de la taza.