VISITA A LAS PLANTACIONES DE TÉ DE LA MONTAÑA SAGRADA EMEI
febrero 7, 2018

Uno de los objetivos de nuestro viaje era conocer los lugares donde nació el té. Todas nuestras pesquisas apuntaban a una montaña, desconocida para la gente en general, pero con una carga histórica y cultural enormes, llena de leyenda y misterio. Hablamos de la montaña Sagrada de Emei, en la provincia china de Sichuan.

Emei es una montaña situada en la provincia de Cuatro Valles, en la zona antigua del Estado de Shu, en el suroeste de China. Es una de las cuatro montañas sagradas del budismo en la zona tradicional de Han. Está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El té producido allí es considerado de muy alta calidad, y destaca sobre todo la producción de té verde y especialmente amarillo.

 

¿No has tenido alguna vez la sensación de que cuando viajas con una determinación clara, parece que todo conspira para que se cumplan tus sueños? ¿que incluso los obstáculos más difíciles se allanan para que el viaje se convierta en una agradable experiencia, llena de alicientes y retos cumplidos? Esa fue exactamente la sensación que nos acompañó durante todo este viaje.

Comenzamos nuestra etapa en Chengdu, la capital de la provincia de Sichuan. Allí tuvimos nuestro primer contacto con la cultura del té de esta región, y visitamos sus antiguos y famosos salones de té, tal y como os contamos en el anterior post. Pero era aún mejor lo que nos esperaba ese día.

Hacía meses que habíamos entrado en contacto con algunos productores de té de la región. Debido a la diferencia cultural y del idioma no tuvimos confirmación del encuentro hasta poco antes de comenzar nuestro viaje, por lo que la incertidumbre de si podríamos visitarles era bastante alta. Para colmo, nuestro contacto Paige Zhu, nos envió un correo dos días antes de que saliera nuestro vuelo para comunicarnos que dejaba la empresa: no nos podría recibir ni acompañar. Era la persona con la que habíamos tenido contacto durante estos meses y hablaba inglés. Nos quedábamos sin anfitriona y no sabíamos quien nos recibiría.

Aún así, acudimos a la cita, en una fría mañana, a la salida de una estación de metro en el centro de Chengdu. Nos recibió amablemente Anna, nombre occidental con el que se hacía llamar la representante que designó la empresa para que nos acompañara.

Fue sorprendente el itinerario que nos prepararon durante ese intenso día. En primer lugar, visitamos una fábrica de té que la compañía acababa de poner en marcha. Una vez que llegamos y hechas las correspondientes presentaciones con el director de la planta, este nos acompañó, como manda el protocolo, durante un breve paseo por un bello jardín oriental (con lago incluido) construido recientemente junto a la fábrica. Inmediatamente después tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano todo el proceso de fabricación del té con la maquinaria más avanzada del mercado, de fabricación japonesa.

Es importante destacar que, la elaboración de ciertos tipos de té de alta calidad, combinan la recogida a mano y el procesado con maquinaria de alta tecnología. Posteriormente, pasamos a una gran sala donde pudimos conocer los diferentes tipos de té que producían, una vez finalizada su producción.

Rápidamente montamos en el coche que habían puesto a nuestra disposición, ya que el viaje no había hecho más que empezar: nos quedaban casi 200 km hasta llegar a nuestro destino. Después de pasar por varios pueblos y ciudades, comenzamos a entrar en zona selvática. El paisaje era realmente impresionante, con ríos caudalosos, cascadas, cuevas y una neblina que lo cubría todo. Estas brumas, en algunas partes de la montaña Emei son casi permanentes, dando lugar a un tipo de ecosistema muy particular. Este microclima es ideal para el desarrollo de los tés de alta montaña, llamados ‘tés de niebla’.

Tras un tortuoso viaje por una estrecha carretera de montaña llegamos a nuestro destino: otra fábrica, esta más pequeña, pero igual de moderna, que estaba enclavada enmedio de un verdadero paraíso del té. Allí nos recibió muy amablemente el director de la instalación, el Sr. Peng Wenzhi, que nos acompañó durante toda la visita y nos invitó a participar en el Gonfu Cha, o ceremonia china del té.

El momento no podía ser más increíble: estábamos tomando unos tés impresionantes en un entorno mágico, rodeados de jardines de té, jalonados de magnolios en flor que desprendían un aroma dulce y perfumado. Tras una larga conversación, bajamos a los campos de té para conocer de primera mano cómo se hacía la recolección del té en la zona. Tuvimos la oportunidad de charlar con los trabajadores que amablemente nos enseñaron lo delicado de su cometido: recoger uno a uno únicamente los carnosos brotes que estaban despuntando en las plantas de té. Como dato curioso, aquí las cestas que usan los trabajadores son muy pequeñas, donde apenas caben unos 300 gr de hojas, en contraste con otras mucho más grandes que utilizan en otras zonas de producción de té.

Pudimos comprobar también lo respetuosas que son estas gentes con los árboles en general y los de té en particular. Hace tiempo que entendieron su importancia y su valor dentro del ecosistema del que ellos forman parte, y veneran especialmente a los individuos más antiguos. Me pregunto cómo sería este planeta si todos actuáramos de la misma manera.

Por descontado, toda la producción de esta empresa es exclusivamente de cultivo orgánico, renunciando a los pesticidas y abonos de síntesis y centrándose en adaptarse a los ciclos de la naturaleza. Un gran ejemplo de cómo es perfectamente viable aunar armónicamente lo ancestral y lo moderno, lo natural y lo industrial. Resulta llamativo que todo el té que sale de sus fábricas se destina exclusivamente al mercado nacional, si bien tienen clientes en la India y están apostando por la expansión internacional, en Europa y Estados Unidos.

Tras las despedidas y agradecimientos correspondientes, nos dirigimos de vuelta a Chengdu, desandando el camino que habíamos recorrido. A la llegada nos esperaban el propietario y la directora de la compañía, el señor D. Li Zhong y la señora Peng Lingqing. Nos ofrecieron una cena al más puro estilo de Sichuan, una fondú, consistente en un caldo hirviendo y muy picante, donde los comensales íbamos echando diversos ingredientes para que se cocieran, para luego pescarlos y llevarlos cada uno a nuestro plato. Durante la misma, tuvimos ocasión de hablar de la posibilidad de hacer negocios en el futuro.

Avanzada la noche nos despedimos, deseando vernos pronto y el mejor futuro para todas estas buenas personas.

 

Nuestro más sincero agadecimiento a La Sra. Paige Zhu, la Sra. Anna, el conductor D. Liu Nanjian, El director de la fábrica central, el director de la base de emei, D. Peng Wenzhi, y a d. Li Zhong y la Sra. Peng Lingqing y especialmente a Tianyi Liu. A todos ellos, gracias por su apoyo, dedicación y hospitalidad. Sin su apoyo y colaboración esta experiencia no hubiera sido posible.