EL TÉ, ¿CON O SIN LECHE?
marzo 16, 2014

Añadir leche al té es una costumbre muy extendida entre cierto grupo de consumidores. Su adición le confiere otro sabor y textura diferentes, matizándolo, suavizando sus notas amargas y astringentes y sobre todo proporcionándole cierto dulzor. Pero, ¿es conveniente, desde el punto de vista nutricional, la adición de leche al té, o por el contrario resulta ser perjudicial?

Algunos estudios señalan que la leche podría modificar la actividad biológica de la planta, es decir, la acción antioxidante y vasodilatadora de las catequinas del té.
Está aceptado por la comunidad científica en general que los alimentos ricos en flavonoides podrían reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer, gracias a su acción antioxidante. Se ha comprobado que el té (negro, rojo, verde, blanco) tiene una actividad biológica intensa, debido a su riqueza en catequinas, un tipo de compuestos fenólicos antioxidantes de la familia de los flavonoides. La evidencia científica ha constatado los efectos antioxidantes, antiinflamatorios y vasodilatadores del té y, por ende, su respuesta de protección frente a las enfermedades cardiovasculares, que ha quedado reflejada en multitud de estudios experimentales y clínicos.
El debate se centra en si tomar té con leche, una práctica tradicional en países como el Reino Unido e India, modifica la actividad biológica del té.
En un estudio realizado por investigadores alemanes de la Charité Universitätsmedizin, en Berlín, para comprobar la respuesta sobre la función endotelial del té solo o con leche, se midió la “dilatación mediada por flujo” (DMF) de los vasos sanguíneos, un marcador de enfermedad coronaria. La ausencia de alteración en este parámetro es indicador de un endotelio sano, mientras que el deterioro de la DMF representa disfunción vascular. Este marcador se midió antes de la ingesta de la bebida y dos horas después de tomarla. En el experimento se comprobó que el resultado era distinto según cómo se tomara el té, con o sin leche. Quedó patente que la adición de leche mitiga los efectos vasculares positivos del té.
Para la investigación se reclutaron mujeres postmenopáusicas sanas, quienes tuvieron que superar un completo análisis clínico que determinaba su aptitud para el estudio.
Los resultados mostraron que el consumo de té solo, mejoró de forma significativa la “dilatación mediada por flujo” en las participantes, mientras que la adición de leche mitigó los efectos vasculares positivos del té.
Los investigadores también midieron las concentraciones de los compuestos del té en las dos preparaciones, entre ellos, los distintos tipos de catequinas. El resultado más llamativo fue que la adición de leche al té disminuyó la concentración de todas las catequinas, pero no la de otros componentes como la teobromina. De los diversos tipos de proteínas de la leche, las caseínas, según los autores, muestran más afinidad para formar complejos con las catequinas del té e inhibir sus efectos vasculares positivos.

Conluyendo, podríamos decir que el hecho de añadir leche al té disminuye su efecto protector del sistema cardíaco, y probablemente el resto de propiedades antioxidantes se vean igualmente mermadas. Tomar té con leche, especialmente el negro, es una opción interesante para algunas personas desde el punto de vista gustativo. Sin embargo, esto es aplicable a una parte de los tés negros ya que los tés verdes, blancos, amarillos, azules y postfermentados (rojos) no suelen combinar bien con la leche.